Él es la imagen del Dios invisible,
el primogénito de toda la creación,
porque por medio de él fueron creadas
todas las cosas en el cielo y en la tierra,
visibles e invisibles, sean tronos,
poderes, autoridades:
todo ha sido creado por medio de él y para él.
Él es anterior a todas las cosas,
que por medio de él forman un todo coherente.
Él es la cabeza del cuerpo, que es la iglesia.
Él es el principio, el primogénito de la resurrección,
para ser en todo el primero.
Porque a Dios le agradó habitar en él con toda su plenitud
y, por medio de él, reconciliar consigo todas las cosas,
tanto las que están en la tierra como las que están en el cielo,
haciendo la paz mediante la sangre que derramó en la cruz.
En otro tiempo ustedes, por su actitud y sus malas acciones,
estaban alejados de Dios y eran sus enemigos.
Pero ahora Dios, a fin de presentarlos santos, intachables
e irreprochables delante de él, los ha reconciliado en el cuerpo
mortal de Cristo mediante su muerte, con tal que se mantengan
firmes en la fe, bien cimentados y estables, sin abandonar
la esperanza que ofrece el evangelio.
Este es el evangelio que ustedes oyeron y que ha sido proclamado
en toda la creación debajo del cielo, y del que yo, Pablo, he llegado
a ser servidor.
Ahora me alegro en medio de mis sufrimientos por ustedes,
y voy completando en mí mismo lo que falta de las aflicciones
de Cristo, en favor de su cuerpo, que es la iglesia.
De ésta llegué a ser servidor según el plan que Dios me
encomendó para ustedes:
el dar cumplimiento a la palabra de Dios,
anunciando el misterio que se ha mantenido oculto por siglos
y generaciones, pero que ahora se ha manifestado a sus santos.
A éstos Dios se propuso dar a conocer cuál es la gloriosa riqueza
de este misterio entre las naciones, que es Cristo en ustedes,
la esperanza de gloria.
A este Cristo proclamamos, aconsejando y enseñando con toda
sabiduría a todos los seres humanos, para presentarlos a todos
perfectos en él.
Con este fin trabajo y lucho fortalecido por el poder de Cristo
que obra en mí.
Carta a los Colosenses. Capítulo 1:15-29 NVI. Santa Biblia.
La gloria es de Dios!