Bienaventurado el hombre que teme a Jehová, y en sus
mandamientos se deleita en gran manera.
Su descendencia será poderosa en la tierra.
La generación de los rectos será bendita.
Bienes y riquezas hay en su casa, y su justicia permanece para
siempre.
Resplandeció en las tinieblas luz a los rectos; es clemente,
misericordioso y justo.
El hombre de bien tiene misericordia y presta.
Gobierna sus asuntos con juicio, por lo cual no resbalará jamás.
En memoria eterna será el justo. No tendrá temor de malas
noticias. Su corazón está firme, confiado en Jehová.
Asegurado está su corazón; no temerá, hasta que vea en sus
enemigos su deseo.
Reparte, da a los pobres; su justicia permanece para siempre;
su poder será exaltado en gloria.
Lo verá el impío y se irritará; crujirá los dientes, y se consumirá.
El deseo de los impíos perecerá.
Salmo 112 RV60
En tiempos donde los valores se han perdido y los principios
eternos son objeto de burla, es necesario volver a la senda
antigua, el camino trazado por los que ya pasaron por aquí.
Este salmo fue escrito hace muchísimo tiempo, pero cada
generación encuentra consuelo y valor para seguir adelante,
no importando lo que vea alrededor. Todo esto también pasará,
pero qué quedará de cada uno de nosotros?
Depende de dónde pusimos nuestra mirada, de los valores que
practicamos, del trato que le dimos a nuestros semejantes en
nuestro momento más difícil…
¿Nos rendimos ante al mal y por un pedazo de pan vendimos nuestra
alma?
El alma de todo ser humano es muy valiosa como para que nosotros
la destruyamos por un momento de euforia y pasión desatada.
El salmista dice que es feliz, bienaventurado, dichoso, afortunado,
todo aquel que teme, respeta, toma en cuenta, a Dios.
Poner la mirada en Aquel que hizo el mundo, que puso las reglas
desde el principio, es mejor que mirar y seguir a un charlatán que
no sabe a dónde va, y de esos hay bastante en este mundo!
«Su descendencia será poderosa en la tierra. La generación de los
rectos será bendita»
A veces los padres olvidamos que todo lo que hacemos afecta y
afectará a nuestros hijos, y a los hijos de nuestros hijos.
Una herencia de bendición podemos dejar si ponemos atención
para vivir a la manera de Dios.
En las Sagradas Escrituras encontramos muchas veces la expresión
«Por amor a …» Si para nosotros es tan sublime encontrar a alguien
que nos ame y que nosotros amemos igualmente, con respeto,
compromiso y fidelidad, cuánto más Dios cuando se encuentra una
alma que lo ama a él como él ama. Por amor a esa persona Dios
bendice a su descendencia, aunque, lamentablemente, se levante
una generación que no quiera conocer a Dios y siente que no lo
necesita porque ha disfrutado de lo que sus padres lucharon por
obtener, con la ayuda de Dios.
Cada generación puede hacer suya las promesas divina, pero sólo
si quiere. Es voluntario. Los rituales no sirven si no van
acompañados de fe genuina en el Dios vivo que hizo los cielos y
la tierra.
«El hombre de bien tiene misericordia y presta. Gobierna sus asuntos
con juicio. Por lo cual no resbalará jamás. En memoria eterna será
el justo»
Nada de acumular para sí. Sabe que Dios le da los bienes para que lo
administre con justicia, ayude al necesitado sin hacerlo dependiente.
Es para la gloria de Dios que él vive, no para su propia gloria; no para
ganar renombre y que le hagan estatuas por todos lados… sino que
las gracias se eleven a Dios.
La gloria de los hombres es pasajera y cada generación levanta sus
propios ídolos; la gloria de Dios es eterna.
«No tendrá temor de las malas noticias. Su corazón está firme,
confiado en Jehová»
Este es un verso que ha sido muy mal interpretado. El texto no dice
que no tendrá malas noticias, sino que no se dejará atrapar por
el temor porque sabe que Dios tiene el control de todas las cosas y
nada sucede sin que Dios. Lo que más me agrada de Dios, es que
nos dice siempre la verdad, nos advierte de lo que puede pasar si
tomamos decisiones equivocadas, pero nos deja decidir, nos da
libertad. El padre de la mentira nos engaña para hacernos caer
y luego se burla de nosotros; Dios nos levanta y nos restaura y
con él somos más fuerte.
El mismo Jesús, Hijo del Dios altísimo, nos dijo:
«Estas cosas os he hablado para que en mí tengáis paz. En el mundo
tendréis aflicción, pero confiad, yo he vencido al mundo»
No nos dice que Su camino será un camino de rosas, todo lo contrario,
pero la victoria la tenemos asegurada porque él venció todos esos
poderes que hoy nos atacan, poderes espirituales y agentes humanos
que se utilizar por el mal. Nunca vamos a vencer el mal haciendo el mal.
Sólo con el bien podemos vencer al mal.
Jesucristo mismo nos dice: «No resistas al que es malo»
Aquí «resistir» es como tener lucha libre cuerpo a cuerpo con
alguien:consiguió con quien descargarse. Es como responderle
groseramente a alguien enojado: su ira se vuelve furia y ataca.
De verdad que sólo hay que estar en paz con Dios para poner en
práctica este mandamiento. Del resto todos andamos enguerrillados y
buscando pleito para hallar un poco de alivio a las tesiones internas.
Es con Dios que estamos enojados porque no hace las cosas como
nosotros queremos y cuando queremos. Hablemos con él, a solas.
Digámosle todo lo que nos molesta y pidámosle cómo podemos
colaborar con él para que las cosas cambien para bien. Sólo cuando
estamos cansados de tanto mal es que queremos cambiar. Pidamos
sabiduría de lo alto para hacer las cosas para la gloria de Dios y no
para la gloria de este mundo que es pasajera.
En medio de las tinieblas podemos tener Su luz. Dios les bendiga.
Jesucristo es el Señor
Esther Lozada
Twitter: @emldg