Un tren lleno de pasajeros iba a mucha velocidad por su ruta que cruzaba una gran cantidad de ríos.
Mirando por una ventana, una niña vió las aguas turbulentas en la distancia y tenía miedo de que
no llegarían a la ribera opuesta; pero, al acercarse, un puente apareció y pronto el peligro quedó atrás de ellos.
Cada vez que ocurría esto la niña se asustaba hasta que cruzaba al otro lado.
Al fin su papá la tranquilizó con las siguientes palabras:
_No temas, hijita, alguien ha puesto puentes para nosotros a todo lo largo del camino.
Así también Dios está proveyendo constantemente para las necesidades de sus hijos.
La palabra de Dios nos indica que su gracia es abundante, y su mano, abierta de bendición, siempre está extendida para nosotros.
Anécdotas e ilustraciones. Samuel Vila
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