Regénesis

Mi pasado está
en lo profundo del mar
y hay un fuego en mi
No estoy conforme
Quiero más de Ti

Esta expedición
a Tu corazón
mi pasión desata
Un nuevo comienzo
Un nuevo amor
Una nueva etapa

//Oh, oh, oh, …
Un Regénesis//

Ven, te pido Dios,
a mi presente,
a lo que soy
Quiero siempre estar
sólo en la órbita
de Tu verdad

Esta expedición
a Tu corazón
me refresca el alma
Sellos de Tu amor
me hacen respirar
Tu voz me levanta

//Oh, oh, oh, …
Un Regénesis//

Sé que tengo que cambiar
y que no puedo seguir caminando
como he estado haciendo
Pues me has visto progresando
pero tengo que aceptar todo el tiempo
que estuve perdiendo

Hoy tomé la decisión
de retomar mi carrera
y volver a donde está el camino
Pues ya entiendo lo que soy
Es que yo fui creado con un propósito
y con un destino

Y ahora vuelvo (vuelvo)
pues sé que tengo nuevas fuerzas
Hoy nadie puede darme stop
Directo a la meta
Enfocado en el blanco con Cristo
Voy directo to the a top
Regreso a un nuevo enfoque
Ready para hacer lo que me toque
porque el pasado quedó en el pasado
No voy a dejar que eso me desenfoque 

///Oh, oh, oh, …
Un Regénesis///

Y Dios de Ti buscaremos
En Ti siempre confiaremos
No nos avergonzaremos
//Es un Regénesis//

Y Dios de Ti buscaremos
En Ti siempre confiaremos
No nos cansaremos
No nos avergonzaremos
Es un Regénesis

Emmanuel y Linda – Edición Volver Extendida

@emldg

Y llegó Jesús

Bueno, Sofía. Supongo que me sigues todavía.
Las palabras claves son «Mesías», «Hijo de Dios», «salvación» y «reino de Dios».
Al principio todo esto se interpretó  en un sentido político.
También en la época de Jesús había mucha gente que se imaginaba que llegaría un nuevo «Mesías» en forma de líder político, militar y religioso, del mismo calibre de que el rey David. Este «salvador» se concebía como un liberador nacional que acabaría con los sufrimientos de los judíos bajo el dominio romano.

Pues sí, muchos pensaban así, pero también había gente con un horizonte un poco más amplio. Durante varios siglos antes de Cristo habían ido surgiendo profetas que pensaban que el «Mesías» prometido sería el salvador del mundo entero.
No sólo salvaría del yugo a los israelitas, sino que además salvaría a todos los hombres del pecado, de la culpa y de la muerte.
La esperanza de una «salvación», en este sentido de la palabra, se había extendido ya por toda la región helenística.

Y llega Jesús.
No fue el único que se presentó como el Mesías prometido. También Jesús utiliza las palabras «Hijo de Dios», «reino de Dios», «Mesías» y «salvación»
De esta manera conectaba siempre con las antiguas profecías.
Entra en Jerusalén montado en un asno y se deja vitorear por las masas como el salvador del pueblo.

De esta manera alude directamente al modo en que fueron instaurados en el trono los antiguos reyes, mediante un típico rito de «subida al trono». También se deja ungir por el pueblo. «Ha llegado la hora», dice. «El reino de Dios está próximo»

Todo esto es muy importante. Ahora debes seguirme muy de cerca:
Jesús se distinguía de otros mesías en el sentido de que dejó muy claro que no era ningún rebelde militar o político. Su misión era mucho más importante.
Predicó la salvación y el perdón de Dios para todos los hombres.
Y decía a las gentes con las que se encontraba: «Te absuelvo de tus pecados»

Resultaba bastante inaudito en aquellos tiempos repartir la absolución de esa manera. Más escandaloso aún era que llamara «padre» (abba) a Dios.
Esto era algo totalmente nuevo entre los judíos en la época de Jesús. Por eso tampoco tardaron mucho en levantarse entre los letrados protestas contra él.
Al cabo de algún tiempo iniciaron los preparativos para que fuera ejecutado.

Precisando más: mucha gente en la época de Jesús esperaba la llegada con gran ostentación (es decir, con espadas y lanzas) de un Mesías que reinstauraría el «reino de Dios». La expresión «reino de Dios» también se repite en toda la predicación de Jesús, aunque en un sentido muy amplio.
Jesús dijo que el «reino de Dios» es amor al prójimo, preocupación por los débiles y los pobres y perdón para los que han ido por mal camino.

Se trata de un importante cambio del significado de una expresión vieja y medio militar. El pueblo estaba esperando a un general que pronto proclamaría un «reino de Dios»

Y llega Jesús.
vestido con túnica y sandalias, diciendo que el «reino de Dios» o el «nuevo pacto», significa que debes amar al prójimo como a ti mismo.
Y hay más, Sofía: dijo además que debemos amar a nuestros enemigos.
Cuando nos golpean, no debemos devolver el golpe, qué va, debemos «poner la otra mejilla». «Y debemos perdonar, no siete veces, sino setenta veces siete»

Con su propio ejemplo Jesús demostró que no se debía dar la espalda a prostitutas, aduaneros corruptos y enemigos políticos del pueblo.
Y fue aún más lejos: dijo que un sinvergüenza que ha despilfarrado toda la herencia paterna, o un dudoso aduanero que ha cometido fraude, es justo ante Dios si se dirige a Él y le pide perdón; tan generoso es Dios en su misericordia.

Pero, ¿sabes?, aún fue un poco más lejos, aunque no te lo vas a creer:
Jesús dijo que esos «pecadores» son más justos ante Dios, y por ello más merecedores del perdón de Dios que los irreprochables fariseos y «ciudadanos de seda» que andaban por la vida tan orgullosos de su irreprochabilidad.

Jesús subrayó que ningún hombre puede hacerse merecedor de la misericordia de Dios por sí mismo.
No podemos salvarnos a nosotros mismos. (¡Muchos griegos pensaban que eso era posible!)
Cuando Jesús predicaba las severas exigencias éticas en el Sermón de la Montaña, no lo hace sólo para mostrar lo que es la voluntad de Dios, sino también para mostrarnos que ningún hombre es justo delante de Dios.
La misericordia de Dios no tiene límites, pero es preciso que nos dirijamos a Dios suplicando su perdón.

Dejo a tu profesor de religión profundizar en el personaje de Jesús y en sus palabras. Tu profesor tiene una enorme tarea. Espero que logre haceros comprender qué persona tan especial era Jesús. Utiliza genialmente el lenguaje de la época, llenando a la vez de nuevo y más amplio las viejas consignas. No es de extrañar que acabara en la cruz. Su mensaje radical de salvación rompía con tantos intereses y posiciones de poder que fue necesario quitar de en medio.

Al hablar de Sócrates vimos lo peligroso que puede resultar apelar a la sensatez de las personas.
En Jesús vemos lo peligroso que puede resultar exigir un incondicional amor al prójimo y un igualmente incondicional perdón. Incluso en nuestros días vemos como tiemblan los cimientos de Estados poderosos cuando se encuentran ante sencillas exigencias de paz, amor, alimentos para los pobres y perdón para los enemigos del Estado.

Acuérdate de lo indignado que estaba Platón porque el hombre más justo de Atenas tuviera que pagar con su vida.
Según el cristianismo, Jesús era la persona más justa que jamás había existido.
Según el cristianismo murió por los hombres.
Es lo que se suele llamar la «muerte redentora» de Jesús.
Él fue el «servidor que padeció», que asumió la culpa de todos los hombres para que pudiéramos reconciliarnos con Dios y salvarnos su castigo. 

El Mundo de Sofía. Jostein Gaarder. Ediciones Siruela. 2002.

 

@emldg

Israel

No pretendo competir con tu profesor de religión, querida Sofía; no obstante conviene hacer un resumen de los antecedentes judíos del cristianismo.

Todo empezó cuando Dios creó el mundo. En las primeras páginas de la Biblia se habla de esta creación. Pero más tarde los hombres se rebelaron contra Dios.
El castigo no fue sólo la expulsión de Adán y Eva del jardín del Edén, sino también la entrada de la muerte al mundo.

La desobediencia de los hombres a Dios atraviesa como un hilo rojo toda la Biblia. Si seguimos leyendo el Génesis nos enteramos del Diluvio y del Arca de Noé.
Luego leemos que Dios estableció un pacto con Abraham y su estirpe.
Según este pacto, Abraham y su estirpe cumplirían los mandamientos de Dios, y a cambio Dios se comprometía a proteger a los descendientes de Abraham.
Este pacto fue renovado cuando Moisés recibió las tablas de la Ley en el monte Sinaí. Esto ocurrió alrededor de 1200 años a. C.
Para entonces los israelitas llevaban mucho tiempo de esclavitud en Egipto, pero mediante la ayuda de Dios el pueblo pudo volver a Israel.

Alrededor del año 1000 a. C., es decir, mucho antes de la existencia de ninguna filosofía griega, oímos hablar de tres grandes reyes en Israel.
El primero fue Saúl, luego vino David y tras él, el rey Salomón.
Todo Israel estaba entonces unido a una sola monarquía, y vivió, particularmente bajo el reinado de David, una época de grandeza política, militar y cultural.

En su investidura los reyes eran ungidos por el pueblo obteniendo el título de Mesías, que significa el «ungido»
En el contexto religioso los reyes eran considerados intermediarios entre Dios y el pueblo. A los reyes se les llamaba, por tanto, «hijos de Dios», y el país podía, entonces, llamarse «reino de Dios»

Pero Israel no tardó mucho en debilitarse, y pronto se dividió en un reino norte (Israel) y un reino sur (Judea).
En el año 722 el reino del norte fue invadido por los asirios y perdió toda importancia política y religiosa. No les fue mucho mejor a los del reino del sur, que fue conquistado por los babilonios en el año 586. El templo quedó destruido y gran parte del pueblo fue conducido a Babilonia.
Esa «prisión babilónica» duró hasta el año 539, en el que el pueblo pudo volver a Jerusalén para reconstruir su gran templo. No obstante, durante la época anterior a nuestra era, los judíos estuvieron constantemente bajo el dominio extranjero.

Los judíos se preguntaban por qué se había disuelto el reino de David y por qué su pueblo estaba siempre sometido a tantas desgracias, si Dios había prometido proteger a Israel. Pero el pueblo, por su parte, había prometido cumplir los mandamientos de Dios. Poco a poco se iba extendiendo la creencia de que Dios estaba castigando a Israel por su desobediencia.

Desde aproximadamente el año 750 a. C. surgieron una serie de profetas que predicaron el castigo de Dios a Israel porque el pueblo no cumplía los mandamientos del Señor. Un día Dios juzgaría a Israel, decían.
A esta clase de predicaciones las llamamos profecías del juicio final.

Pronto surgieron también profetas que decían que Dios salvaría a una pequeña parte del pueblo y enviaría un «príncipe de paz» o un rey de paz de la estirpe de David para que restituyera el antiguo reino de David. De esa manera el pueblo tendría un futuro feliz.

«Este pueblo que camina en oscuridad verá una gran luz», dijo el profeta Isaías.
«Y sobre aquellos que habitan el país de las sombras, la luz brotará a rayos»
A este tipo de profecía las llamamos profecías de salvación.

Para ser más precisos: el pueblo de Israel vivió feliz bajo el rey David.
Conforme las cosas empeoraban para los israelitas, los profetas predicaban la llegada de un nuevo rey de la estirpe de David. Este «Mesías» o «Hijo de Dios» salvaría al pueblo, reconstruiría a Israel como gran potencia y fundaría un «reino de Dios» 

El Mundo de Sofía. Josteen Gaarder. Ediciones Siruela. 2002

 

Releyendo esta hermosa obra literaria…
Recordando…

@emldg

No hay nada oculto

«No hay nada oculto que no haya de ser manifestado, ni secreto que no haya de descubrirse» (Marcos 4:22)

Hace mucho tiempo un emperador convocó a todos los solteros del reino, pues era tiempo de buscar pareja a su hija.
Todos los jóvenes asistieron y el rey les dijo:
«Os voy a dar una semilla a cada uno de vosotros, al cabo de seis meses deberán traerme en una maceta la planta que haya crecido y la planta más bella ganará la mano de mi hija, y por ende el reino»
Así se hizo, pero entre ellos hubo un joven que plantó su semilla y ésta nunca llegó a germinar.
Mientras tanto, todos los demás participantes del singular torneo no paraban de hablar y de mostrar las hermosas plantas y flores que iban apareciendo en sus macetas.
Llegaron los seis meses y todos los jóvenes desfilaron hacia el castillo con hermosísimas y exóticas plantas.
Nuestro héroe estaba demasiado triste, pues su semilla nunca llegó a dar señales de vida, por lo que ni siquiera quería presentarse en el palacio.
Sin embargo, sus amigos y familiares lo animaron e insistieron tanto que tomando valor decidió culminar el torneo mostrando con sinceridad el fruto de su semilla a lo largo del tiempo.
Todos los jóvenes hablaban de sus plantas y al ver a nuestro amigo soltaron risas y burlas.
Fue en ese momento cuando el alboroto fue interrumpido por el ingreso del rey. Todos hicieron sus respectivas reverencias mientras el soberano se paseaba entre todas las macetas admirando los resultados.
Finalizada la inspección hizo llamar a su hija, y llamó de entre todos al joven que llevó su maceta vacía.
Atónitos todos esperaban la explicación de aquella acción.
El rey dijo entonces:
«Este es el nuevo heredero del trono y se casará con mi hija, pues a todos ustedes se les dio una semilla infértil, y todos trataron de engañarme plantando otras plantas, pero este joven tuvo el valor de presentarse y mostrar su maceta vacía, siendo sincero, real y valiente, cualidades que un futuro rey debe tener y que mi hija merece»  Autor desconocido.

@emldg

¡Paz! ¡Paz! ¡Cuán Dulce Paz!

1 En el seno de mi alma una dulce quietud
se difunde embargando mi ser:
Una calma infinita que sólo podrán
los amados de Dios comprender

CORO

¡Paz! ¡Paz! ¡Cuán dulce paz!
Es aquella que el Padre me da
Yo le ruego que inunde por siempre mi ser
en sus ondas de amor celestial

2 ¡Qué tesoro yo tengo en la paz que me dio!
Y en el fondo de mi alma ha de estar
Tan segura que nadie quitarla podrá
Mientras miro los pasar

3 Esta paz inefable consuelo me da
Descansando tan sólo en Jesús
Y ningunos peligros mi vida tendrá
si me siento inundado en su luz

4 Sin cesar yo medito en aquella ciudad
do el Autor de la paz he de ver
Y en el himno más dulce que allí he de cantar
al estar con Jesús ha de ser:

¡Paz! ¡Paz! ¡Cuán dulce paz!
Es aquella que el Padre me da
Yo le ruego que inunde por siempre mi ser
en sus ondas de amor celestial

5 Alma triste que en rudo conflicto te ves
Sola y débil tu senda al seguir
Haz de Cristo el Amigo que fiel siempre es
Y su paz tú podrás recibir 

Himnos de Gloria y Triunfo. #27

@emldg

Lo puro y lo impuro

Los fariseos y algunos de los maestros de la Ley que habían llegado de Jerusalén se reunieron alrededor de Jesús, y vieron a algunos de sus discípulos que comían con manos impuras, es decir, sin habérselas lavado. (En efecto, los fariseos y los demás judíos no comen nada sin primero cumplir con el rito de lavarse las manos, ya que están aferrados a la tradición de los ancianos. Al regresar del marcado, no comen nada antes de lavarse. Y siguen muchas otras tradiciones, tales como el rito de lavar copas, jarras y bandejas de cobre)
Así los fariseos y los maestros de la Ley le preguntaron a Jesús:
_¿Por qué no siguen tus discípulos la tradición de los ancianos, en vez de comer con manos impuras?
Él les contestó:
_Tenía razón Isaías cuando profetizó acerca de ustedes, hipócritas, según está escrito:
«Este pueblo me honra con los labios,
pero su corazón está lejos de mí.
En vano me adoran;
sus enseñanzas no son más que
reglas humanas» (Isaías 29:13).
Ustedes han desechado los mandamientos divinos y se aferran a las tradiciones humanas.
Y añadió:
¡Qué buena manera tienen ustedes de dejar a un lado los mandamientos de Dios para mantener sus propias tradiciones!
Por ejemplo, Moisés es dijo:
«Honra a tu padre y a tu madre», y: «El que maldiga a su padre o a su madre será condenado a muerte»
Ustedes, en cambio, enseñan que un hijo puede decirle a su padre o a su madre: «Cualquier ayuda que pudiera haberte dado es corbán (es decir, ofrenda dedicada a Dios). En ese caso, el tal hijo ya no está obligado a hacer nada por su padre ni por su madre.
Así, por la tradición que se transmiten entre ustedes, anulan la palabra de Dios.
Y hacen muchas parecidas.
De nuevo Jesús llamó a la multitud.
_Escúchenme todos _dijo_ y entiendan esto:

Nada de lo que viene de afuera puede contaminar a una persona.
Más bien, lo que sale de la persona es lo que la contamina.

Después que dejó a la gente y entró a la casa, sus discípulos le preguntaron sobre la comparación que había hecho. 

_¿Tampoco ustedes pueden entenderlo? _les dijo_ ¿No se dan cuenta de que nada de lo que entra en una persona puede contaminarla? Porque no entra en su corazón sino en su estómago, y después va a dar a la letrina.

Con esto Jesús declaraba limpio todos los alimentos.

Luego añadió:
_Lo que sale de la persona es lo que contamina. Porque de adentro, del corazón,  salen los malos pensamientos, la inmoralidad sexual, los robos, los homicidios, los adulterios, la avaricia, la maldad, el engaño, el libertinaje, la envidia, la calumnia, la arrogancia y la necedad. Todos estos males vienen de adentro y contaminan al persona.

San Marcos 7:1-23 NVI

 

 

Me parece interesante esta charla de Jesús con los representantes religiosos de su época. Ellos le reclaman porque él no se adapta a las costumbres que ellos decidieron guardar como reliquias. Jesús los lleva más allá de sus barrotes mentales, les abre la puerta de su jaula, pero a ellos no les conviene que se sepa la verdad, porque su mundo se derribaría. Prefieren atacar al que les dice la verdad. Jesús era una autoridad en lo que decía y hacía, por eso en la explicación que le da no sólo le habla a los líderes sino que quiere que el pueblo que le escucha sepa la verdad.
Dios le dio sus mandamientos personalmente a su pueblo elegido a través de Moisés. Por un tiempo breve, el pueblo anduvo bajo esos preceptos.
Los guardianes de esos preceptos y leyes divinas, al pasar el tiempo, y cuando toda aquella generación murió, simplemente decidieron guardar la letra y hasta añadieron otras tantas por temor a ofender a Dios.
Con el tiempo, y por no buscar ellos mismos al Dios viviente que seguía con ellos, terminaron guardando sólo mandamientos de hombres y no de Dios.
Hoy igual. Muchos siguen ciegamente a líderes que los guían hacia la nada, y lo más triste es que al final los abandonan porque no pueden satisfacer sus necesidades. Sólo Dios pudo, puede y podrá no sólo con unos pocos sino con una multitud hambrienta y llena de necesidades, como ya lo ha demostrado a través de la historia de la humanidad.
El mismo Jesús, en otro momento, demostró su poder al alimentar a más de cinco mil hombres sin contar mujeres y niños presentes.
A él es a quien hoy debería mirar cada persona para recibir la ayuda que realmente funciona y que necesita. Yo soy testigo de su amor en estos malos tiempos…

«Aquel que duda y no investiga, se torna no sólo infeliz, sino también injusto» Pascal

@emldg

Relaciones Sociales

Cuando llegue el tiempo de la cosecha, no sieguen hasta el último rincón de sus campos ni recojan todas las espigas que queden.
No rebusquen hasta el último racimo de sus viñas, ni recojan las uvas que se hayan caído. Déjenlas para los pobres y los extranjeros. Yo soy el Señor su Dios.
No roben.
No mientan.
No engañen a su prójimo.
No juren en mi nombre sólo por jurar, ni profanen el nombre de su Dios. Yo soy el Señor.
No explotes a tu prójimo, ni lo despojes de nada.
No retengas el salario del jornalero hasta el día siguiente.
No maldigas al sordo, ni le pongas tropiezo al ciego, sino teme (ten respeto) a tu Dios. Yo soy el señor.
No perviertas la justicia, ni te muestres parcial en favor del pobre o del rico, sino juzga a todos con justicia.
No andes difundiendo calumnias entre tu pueblo, ni expongas la vida de tu prójimo con falsos testimonios. Yo soy el Señor.
No alimentes odios secretos contra tu hermano, sino reprende con franqueza a tu prójimo para que no sufras las consecuencias de su pecado.
No seas vengativo con tu prójimo, ni le guardes rencor.
Ama a tu prójimo como a ti mismo. Yo soy el Señor.

Levíticos 19:9-18. Santa Biblia. Nueva Versión Internacional. Héroes. Editorial Vida. 2008.

 

El pueblo de Israel está pasando por el desierto, después de salir de la esclavitud de Egipto de donde Dios mismo los sacó.
Por medio del líder que Dios mismo eligió, Moisés, se le señala al pueblo las normas y leyes que han de cumplir cuando entren a la tierra prometida por Dios.
Estos versos son una muestra de cómo quería Dios que su pueblo se comportara. Dios es santo, es decir único, no hay otro como él para comparar.
Así quiere que sea su pueblo.
En versos anteriores, le dice a su pueblo:
No imiten las costumbres de los egipcios (de donde salieron) ni tampoco las costumbres de los cananeos (a donde van a entrar).
No se conducirán según sus estatutos, sino que pondrán en práctica mis preceptos y obedecerán atentamente mis leyes. Yo soy el Señor su Dios.
Obedezcan mis estatutos y mis preceptos, pues todo el que los practique vivirá por ellos. Yo soy el Señor. (Levíticos 18:3-5).
Dios, como un buen padre de familia, pone reglas en su casa.
Si él iba a ser su Dios, y ellos su pueblo, debía regir una relación basada en el respeto mutuo. Para ello se pone en claro cuáles deben ser las responsabilidades que le corresponden a cada uno y firmar ese acuerdo. Así se hizo. En ese momento y con esa generación.
Cada generación tiene como principal deber ponerse a cuenta con Dios, buscar cuál es su papel que vino a cumplir a esta tierra, para que no ande de aquí para allá con un futuro incierto. Dios Es Bueno, Fiel y Justo.
@emldg

Uno

Me enseñaste un mundo
donde el cielo está tan cerca
donde la oscuridad es luz
donde el amor puede crecer
Reviviste lo que muchos
declararon muerto
Pusiste sentido a todo
lo que he vivido

Sin principio ni final
Anochecer que no oscurece
Símbolo de eternidad
Soy Tuyo para siempre

Donde había miedo
encontraste fortaleza
Cuando fallé
Tu amor no me soltó
Cuando otros se rindieron
Te quedaste a mi lado
De aquí no me moveré
Eres más de lo que he soñado

Sin principio ni final
Anochecer que no oscurece
Símbolo de eternidad
Soy Tuyo para siempre
Sin principio ni final
El tiempo que se desvanece
Volando a la eternidad
Somos uno para siempre

No se rindió
El cielo cruzó
y me encontró
De donde me sacaste
no voy a volver
Donde vayas sí iré
No me detendré

Sin principio ni final
Anochecer que no oscurece
Símbolo de eternidad
Soy Tuyo para siempre
Tu amor borró la soledad
No se rindió y permanece
Volando a la eternidad
Somos uno para siempre
No se rindió
(Somos uno para siempre)
En  mí creyó

Año Cero – Fiesta en mi cabeza

@emldg