Letargo

Pobre del hombre que vive sin Dios, que se recrea solo en el pecado siendo un esclavo de su propio yo y simulando que está liberado. Pobre del alma que no despertó, que nunca pudo salir del letargo. Ay de aquel que en Dios nunca pensó y en su ignorancia está condenado.
Grande es mi suerte que con Jesucristo me he encontrado, que tuve la dicha de ser despertado y de ese letargo por fin escapé.
Soy un dichoso, ya pueden llamarme bienaventurado porque del pecado ya fui liberado y siento el gozo de la salvación.
Pobre del hombre que huye de Dios y se recrea en las cosas vanas buscando solo ventura y placer y sin saber que se pierde su alma.
Amigo mío trata de entender. No ignores más estas grandes verdades. Escapa ya de esta vanidad y busca a Cristo antes que sea tarde.